Sí a la Psicoterapia

Normalmente se sigue la siguiente clasificación, los que están “muy locos” o tienen una enfermedad grave van al psiquiatra y aquellas personas que sufren pero no están demasiado enfermas van al psicólogo. Aunque es cierto que estas ideas ya no son tan taxativas y no nos es tan raro conocer alguien de nuestro entorno que acude a su psiquiatra para que les recete pastillas para dormir o para “calmar los nervios” y, lugares donde el tener un psicólogo es considerado un elemento de lujo y recreación intelectual.

Estas ideas son parcialmente ciertas y únicamente tratan de orientarnos acerca de a qué profesional hay que dirigirse en caso de necesitarlo según el malestar que presentemos, pero no dan cuenta de algo de vital importancia, las diferentes formas de tratamiento que pueden ofrecer a los pacientes. Y es que son varios los abordajes que se pueden realizar cuando nos encontramos ante un malestar y/o trastorno psíquico o mental: tratamientos que van desde el uso exclusivo de fármacos, al uso combinado de éstos con alguna modalidad psicoterápica, psicoterapias centradas en la eliminación del síntoma de forma aislada, mas o menos directivas o a aquellas que se orientan a un conocimiento más en profundidad sobre el cómo y el por qué de los padecimientos.

Muy bien ¿pero qué es la psicoterapia? Es un método que trata fundamentalmente de brindar un espacio para la reflexión de lo que a uno le ocurre. Un tratamiento de naturaleza psicológica, dirigido por un profesional de la salud (principalmente psicólogo o psiquiatra) que ha realizado una formación especifica en este área, en una institución reconocida con programas de formación acreditada.

La psicoterapia pretende guiar al paciente en el proceso hacia su propio bienestar, desde el conocimiento de sí mismo, su historia y sus circunstancias. Explora y potencia los propios recursos mediante el aprendizaje de nuevos posicionamientos para solucionar situaciones incomodas y dolorosas que puedan estar desbordando a una persona, o que ésta no sepa cómo enfrentar.

Vivimos en una sociedad donde la gran mayoría de la gente vive sujeta a horarios frenéticos y exigencias que apenas si les permiten tener algún momento para reflexionar sobre si son ellos los que están dirigiendo sus vidas o es su vida las que los está dirigiendo a ellos, y en este segundo caso, hacia donde los está dirigiendo. También nos encontramos la situación contraria, personas que sí que disponen del tiempo que las otras carecen, pero no pueden emplearlo de forma efectiva, bien porque nos es una situación elegida por ellos, no saben adaptarse a los cambios que se producen en su entorno, o porque la economía limita sus pasos.

Son muchas las personas que llegan a la consulta refiriendo no saber hacia donde se dirige su vida o qué hacer con ella, ahora que parece que por distintos canales nos llega el mensaje de “tú puedes hacer todo aquello que te propongas” parece que no es tan fácil que se cumpla esta máxima.

También es frecuente encontrar quejas referentes al sentimiento de soledad, pareciera raro en el momento que estamos viviendo, donde difícil es encontrar a alguien que no está en contacto con gran cantidad de amigos y familiares a través de las redes sociales… cuanta ¡contradicción!

Una  cultura donde se fomenta y se persigue la consecución de atajos para conseguir los logros deseados, soluciones rápidas y efectivas para nuestros problemas,  puede transmitir la idea de que el progreso y el éxito solo se consigue caminando hacia adelante y subiendo escalones ¿realmente esto es así?  conducirnos por la vida siguiendo ciertos mandatos, sin hacer algún cuestionamiento, puede llevarnos a tener una sensación angustiante y perseguidora generadora de gran malestar expresándose éste de diversas maneras.

Por lo tanto, parece que no es necesario tener un trastorno diagnosticado o un malestar tal que nos impida el manejo adecuado de nuestra vida, para tener la necesidad de tener un espacio para  reflexionar, ya lo hagamos en soledad o en compañía, donde ponernos en contacto con nosotros mismos, ser conscientes de nuestra realidad y potenciar nuestras propias capacidades para conducirnos por esta vida, que pese a las dificultades, también nos brinda muchas opciones.

Carola Higueras esteban

Psicóloga Psicoterapeuta